Navatas de la Val d'Echo

El Valle de Hecho fue uno de los enclaves del Pirineo en el que el transporte fluvial de la madera fue una actividad clave de su economía a partir del siglo XVI.

La madera que se extraía de los bosques chesos tenía que ser transportada a Zaragoza o Tortosa, u otras tierras altas de la ribera, y qué mejor manera que emplear, en este caso, las aguas del Aragón-Subordán para ello.

Los troncos, de grandes dimensiones, se atacaban unos a otros, entrelazando los maderos con ramas de sarga trenzada, creando grandes barcas, denominadas navatas, que podían tener diversas secciones, un mínimo de una y una máximo de siete. Las barcazas eran tripuladas con grandes remos por valientes chesos que se jugaban la vida luchando contra la bravura de las gélidas aguas del Aragón-Subordán, las piedras, saltos y resto de dificultades que se encontraban en su descenso.

Navatas de la Val d'Echo

 

El desarrollo de las comunicaciones y la construcción de los embalses, entre otras, fueron mermando esta actividad y a mediados del siglo XX se dio por desaparecida. Pero el sentido que esta práctica tiene para los habitantes del Pirineo motivó que se fuera recuperando a partir de los años 80, pero ya no como una actividad económica, sino como una manera de honrar la memoria de aquellos valientes que recorrían los ríos pirenaicos a lomos de troncos, una acertada metáfora de la lucha que muchas veces supone la vida en el Pirineo.