Siresa se encuentra en lo más alto del valle de Hecho, a 882 metros de altitud, en la ladera del monte Santidoro. El pueblo vive a la sombra del imponente monasterio de San Pedro, que se alza majestuoso sobre el barranco Hospital, un afluente del río Aragón Subordán.
Durante mucho tiempo, Siresa fue un municipio independiente, hasta que a finales del siglo XIX pasó a formar parte del de Hecho. Más tarde, en 1971, junto con Embún, Hecho y Urdués, se creó el actual municipio del Valle de Hecho. En un censo ordenado por Fernando el Católico en 1495, aparecía con el nombre de Çeresa y contaba con 36 fuegos (hogares). En 1857 vivían aquí 343 personas, y en 2004 la población era de 128 habitantes.
Un pasado con mucha historia:
La zona de Siresa ha estado habitada desde tiempos prehistóricos, como demuestran los numerosos dólmenes repartidos por los alrededores. Ya en época romana hubo un asentamiento vinculado a una calzada que cruzaba los Pirineos por el puerto del Palo.
Pero si hay algo que marca la historia de Siresa, es sin duda el monasterio de San Pedro. Fundado en el año 833 por el conde Galindo Aznárez I bajo la influencia carolingia, este monasterio fue clave para el desarrollo de la zona. De hecho, apenas hay menciones al pueblo sin vinculación directa con el monasterio. Entre los siglos IX y XI vivió sus años de mayor esplendor, protegido por condes y reyes aragoneses. En 1082, fue declarado capilla real. Por entonces, la condesa Doña Sancha, hermana del rey Sancho Ramírez, era la tenente de Sirasia. El lugar perteneció a la Corona hasta el siglo XIX. En 1845, Siresa llegó a funcionar como aduana de primera clase, dependiente de la de Canfranc.
Patrimonio artístico:
Hoy, la iglesia parroquial es el único edificio que queda en pie del antiguo monasterio de San Pedro. Su tamaño y altura sorprenden aún hoy, y han hecho que su datación y estilo arquitectónico hayan sido objeto de muchos debates entre historiadores. Tiene planta de cruz latina, un ábside semicircular orientado al este y un pórtico occidental muy peculiar.
En las afueras del pueblo, sobre una pequeña colina, se encuentra la ermita de la Virgen del Pueyo. Fue reconstruida en 1816, después de los estragos de la ocupación napoleónica. La imagen de la Virgen que se guarda en su interior data del siglo XIX.